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Sinergias académicas entre la UE y América Latina

La estabilidad tiene un precio: el experimento de Milei y el dilema silencioso de Europa

Antes de las elecciones intermedias de Argentina, la promesa de recuperación pone a prueba tanto la democracia del país como la pretensión de Europa de una asociación basada en principios.


El domingo 26 de octubre de 2025, los argentinos volverán a las urnas para unas cruciales elecciones intermedias, las primeras desde que el presidente Javier Milei asumió el cargo en diciembre de 2023. Las elecciones servirán como referéndum sobre las profundas reformas de Milei, que han buscado liberalizar la economía, reducir el papel del Estado y restablecer el orden fiscal. Al carecer de mayoría en el Congreso, el presidente ha recurrido a acuerdos ad hoc con los bloques conservador y centrista para impulsar su agenda. La votación pondrá a prueba su capacidad para sostener esta frágil coalición y convertir la estabilización a corto plazo en una autoridad duradera.


Desde que asumió el cargo, Milei ha aplicado lo que él llama un "plan de motosierra": recortes drásticos del gasto público, despidos, desregulación y desmantelamiento de las instituciones estatales. Presentada como una solución a la crisis heredada de administraciones anteriores, esta estrategia ha tenido resultados dispares. La inflación se ha desacelerado, el peso se ha estabilizado y Argentina ha registrado su primer superávit fiscal en más de quince años. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha elogiado la disciplina del gobierno, mientras que los inversores extranjeros han vuelto a involucrarse con cautela. También en Europa, especialmente entre las voces promercado y de derecha, Milei ha llamado la atención como un reformista dispuesto a desafiar la ortodoxia económica.


Sin embargo, la narrativa de la recuperación invita al escrutinio. Tras el aparente éxito se esconden preguntas más profundas: ¿cuán sostenible es esta "estabilización"? ¿Qué compensaciones sociales y democráticas la sustentan? Estas preguntas son relevantes a medida que evoluciona la imagen de Argentina y Europa observa esta transformación con interés y cautela. Esta renovada atención coincide con un esfuerzo más amplio por revitalizar las relaciones entre la UE y América Latina desde la Cumbre UE-CELAC de 2023 en Bruselas. Una cumbre de seguimiento está programada para los días 9 y 10 de noviembre de 2025 en Santa Marta, Colombia, para profundizar la cooperación en materia de comercio, transición verde, innovación digital y gobernanza democrática. En este contexto, la trayectoria de Argentina destaca por su transformación interna y por el dilema que plantea a Europa: cómo conciliar la recuperación económica con los valores democráticos y sociales que dice defender.


El espejismo del éxito: la estabilización y la fascinación de Europa


La inflación sigue siendo el indicador más visible del proclamado éxito del presidente Milei. Cuando asumió el cargo, la inflación anual superó el 210 % , una de las más altas del mundo. Para mayo de 2025, la inflación general había descendido al 43,5 % y la inflación subyacente al 44,7 %, sus niveles más bajos desde 2020. La inflación intermensual se redujo al 1,5 %, y las previsiones de inflación para fin de año se revisaron a la baja, situándose en torno al 28 % , lo que marca un cambio radical respecto a la espiral hiperinflacionaria de 2023.


Sin embargo, la caída de los precios refleja tanto el ajuste de las políticas como la contracción económica. Las drásticas reducciones de los subsidios, la compresión salarial y las estrictas condiciones crediticias han frenado la demanda interna, generando un efecto desinflacionario. El consumo se ha desacelerado, los hogares han pospuesto sus compras y varios sectores han reducido su actividad. Por lo tanto, la caída de la inflación indica una estabilización lograda más mediante la reducción de la demanda que mediante reformas.


La consolidación fiscal constituye el segundo pilar de la narrativa del gobierno. En 2024, Argentina registró un superávit primario del 1,8 % del PIB, el primero en 14 años, con superávits acumulados de alrededor del 1,3 %. Para agosto de 2025. Estos resultados se deben en gran medida a la moderación del gasto: proyectos de infraestructura aplazados, menores transferencias a las provincias y un gasto social comprimido. Mientras tanto, los ingresos se han estancado a medida que se debilita el consumo. Por lo tanto, el ajuste se ha visto impulsado menos por el crecimiento que por la contracción, priorizando el orden fiscal sobre la capacidad productiva.


La política monetaria y cambiaria sigue la misma lógica ortodoxa. Al asumir el cargo, Milei devaluó el peso de 366 pesos argentinos a aproximadamente 800 pesos por dólar estadounidense, y luego adoptó una flotación controlada entre 1.000 y 1.400 pesos. Las tasas de interés cercanas al 29% han estabilizado las expectativas, pero han restringido el crédito y la inversión. Esta combinación de ajuste fiscal y disciplina monetaria restableció la confianza a corto plazo y atrajo flujos de capital, en gran parte especulativos.


El financiamiento externo ha sido decisivo. En abril de 2025, Buenos Aires obtuvo USD 42 000 millones del FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Una línea de swap de divisas de USD 20 000 millones impulsó aún más la liquidez, lo que pone de relieve la dependencia que sigue teniendo la estabilización de Argentina de la confianza externa.


En conjunto, estos acontecimientos reflejan un país que ha recuperado el orden macroeconómico a un alto costo. Los indicadores apuntan a una estabilidad a corto plazo, basada en una demanda comprimida, la moderación fiscal y el apoyo externo, cuya sostenibilidad sigue siendo incierta.


La política de la previsibilidad: por qué Milei aún cuenta con apoyo


Aunque persisten las dudas sobre la recuperación de Argentina, sus efectos políticos han sido inmediatos. A pesar de las medidas de austeridad, Milei mantiene niveles de aprobación relativamente altos. Una encuesta de la Universidad de San Andrés estimó su apoyo en torno al 40 %. En octubre de 2025, una situación inusualmente sólida para un gobierno que implementa reformas tan profundas. Esta resistencia refleja más que la satisfacción con los resultados económicos; se deriva del atractivo de la previsibilidad. Tras años de hiperinflación, inestabilidad y cambios abruptos en las políticas, la capacidad de anticipar el valor del dinero de una semana a otra ha restablecido una sensación de orden, limitada pero significativa. Incluso una estabilización moderada permite a los hogares y las empresas planificar, actividades casi imposibles en medio de una incertidumbre crónica.


Así pues, el apoyo a Milei se basa menos en mejoras materiales que en la percepción de un control restaurado. Para muchos votantes, la austeridad en sí misma se convierte en una prueba de determinación, evidencia de que finalmente se están tomando medidas difíciles para afrontar una crisis persistente. Esta percepción de orden, por frágil que sea, también resuena en el extranjero. En Europa, el experimento de Milei se considera tanto una señal de liderazgo decisivo como una advertencia, que revela la tensión entre la promesa de estabilidad y los riesgos de una contracción democrática.


La fascinación de Europa


La estabilización lograda bajo el gobierno de Milei, aunque incierta en esencia, ha sido interpretada por muchos observadores europeos como prueba de que el ajuste ortodoxo y la disciplina fiscal pueden restablecer el orden incluso en una economía crónicamente inestable. Esta convergencia de narrativas, la búsqueda de previsibilidad por parte de Argentina y la búsqueda de socios confiables por parte de Europa, ha generado un renovado optimismo al otro lado del Atlántico.


Desde el principio, varios gobiernos europeos, incluidos Francia y Alemania, consideraron la agenda de liberalización de Milei como una oportunidad para consolidar a Argentina como una economía confiable y abierta. Su compromiso de reactivar el estancado acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur. Se alineó perfectamente con las prioridades de Bruselas y con los intereses de los Estados miembros orientados a la exportación. Dentro de la Comisión Europea, funcionarios de la Dirección General de Comercio y del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) celebraron lo que describieron como un "reinicio constructivo" de las relaciones. Tras años de fricción con administraciones anteriores, Buenos Aires pareció volver a hablar el idioma europeo de disciplina, competitividad y credibilidad fiscal.


El atractivo no fue solo económico, sino también político. En los círculos derechistas y libertarios europeos, Milei ha sido citado como prueba de que una corrección fiscal radical puede tener éxito donde la reforma gradual ha fracasado. Partidos como VOX en España, la Liga en Italia y el FDP en Alemania han presentado su agenda como un ejemplo de valentía política frente a la inercia burocrática. La visita de Milei a Europa en 2024, que incluyó reuniones con líderes checos y un discurso ante el grupo Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), reforzó su visibilidad como un líder que convierte sus convicciones en políticas.


Sin embargo, bajo este entusiasmo, persiste la inquietud. Diplomáticos y analistas cuestionan si el abrupto giro de Argentina hacia la ortodoxia de mercado puede sostener la estabilidad social y política. Otros señalan la paradoja de un presidente elegido en nombre de la libertad gobernando mediante decretos de emergencia. Sin embargo, estas preocupaciones permanecen en un segundo plano, a menudo eclipsadas por el alivio de que Argentina vuelva a parecer predecible y disciplinada.


Por ahora, el cauto optimismo de Europa refleja la narrativa de recuperación de Milei. La siguiente sección se centrará en si esta percepción podrá soportar las crecientes tensiones en el panorama social e institucional argentino.


Los costos ocultos: el desmoronamiento social y la contradicción de Europa cuando la estabilidad significa decadencia


Tras las cifras tranquilizadoras de inflación contenida y presupuestos equilibrados se esconde un panorama social más precario. Según el INDEC, los datos oficiales muestran que la pobreza se redujo al 31,6 % a mediados de 2025, frente a más del 50 % en 2024. Sin embargo, esta disminución es más un ajuste temporal que una recuperación.


El énfasis del gobierno en la disciplina fiscal ha generado un equilibrio a corto plazo, pero un impacto limitado en el desarrollo. El celebrado superávit se debe principalmente a reducciones en obras públicas, transferencias sociales y financiación provincial, recortes que en algunos ministerios superan el 70% del gasto previsto. Incluso el personal técnico del FMI ha señalado que, una vez incluidas las renovaciones de intereses, Argentina continúa registrando un déficit financiero. Desde esta perspectiva, la estabilidad parece más estadística que estructural: un balance general sustentado por el mantenimiento diferido, la reducción de los servicios y la contracción de las redes de seguridad.


En la vida cotidiana, esta aritmética de ajuste es visible. Los hospitales operan con personal mínimo y equipos obsoletos; las escuelas reducen el horario lectivo para reducir costos. Se han suspendido programas de igualdad de género, salud reproductiva, empleo juvenil y vivienda. Lo que queda del Estado social sobrevive en gran medida gracias a los comedores comunitarios y las redes locales de solidaridad.


Las tendencias de empleo refuerzan este patrón. La producción industrial ha disminuido. A medida que las fábricas cierran o reducen su producción bajo el peso de las altas tasas de interés y las importaciones más baratas. La tasa de desempleo. Aumentó al 7,9 % en el primer trimestre de 2025, antes de disminuir al 7,6 % en el segundo. Los salarios reales han caído un 18 % desde principios de 2024, mientras que el trabajo informal se expande. Ha surgido una economía dual: un pequeño segmento con acceso a dólares y una mayoría cuyos ingresos en pesos se erosionan.

Las economías locales, privadas de crédito e inversión pública, se han estancado. La demanda interna, durante mucho tiempo el motor del mercado argentino, se contrajo un 7,3 % en 2024, una clara señal del impacto de la austeridad en el consumo. Los hogares posponen tratamientos médicos, demoran reparaciones y recortan el gasto. La estabilización no ha traído prosperidad, sino contracción: una estabilidad que se mide en cifras, no en bienestar.


Una democracia en declive en nombre de la libertad


La dimensión política del experimento de Milei ha evolucionado junto con su transformación económica. Bajo el lema de la "libertad", el presidente ha consolidado su autoridad y debilitado los controles institucionales que normalmente limitan el poder ejecutivo. Lo que comenzó como un programa de desregulación se ha convertido en una reconfiguración más amplia del orden democrático argentino.


Desde 2024, la administración ha recurrido en gran medida a decretos de emergencia para impulsar reformas, a menudo eludiendo al Congreso. Aunque los legisladores buscaron frenar esta práctica a finales de 2025, su uso repetido ya ha transformado las normas políticas. Los mecanismos de supervisión se han erosionado, y el poder judicial se ha enfrentado a nombramientos politizados y ataques públicos contra los llamados " jueces activistas". La retórica de eficiencia del gobierno difumina la línea entre reforma y concentración de poder.


La sociedad civil también ha sentido esta reducción del espacio democrático. Los líderes sindicales se han enfrentado a presiones judiciales, las ONG a auditorías intrusivas y los periodistas a la hostilidad de los funcionarios. Reporteros Sin Fronteras observa un declive en la libertad de prensa, con una creciente presión sobre los medios independientes. La protesta pública, durante mucho tiempo un sello distintivo de la democracia argentina, ahora conlleva mayores riesgos, ya que las manifestaciones contra las reformas laborales o los recortes sociales a menudo enfrentan intervención policial y detenciones. Más allá de estas tensiones yace un desafío más profundo: la erosión de la capacidad del Estado. Numerosos ministerios y agencias han sido eliminados o fusionados, mientras que funcionarios públicos y diplomáticos experimentados fueron reemplazados por nombramientos políticos. Esta " desintegración de la diplomacia " ilustra el debilitamiento de la gobernanza profesional en favor de una gestión basada en la lealtad. El Estado actúa cada vez más como un ejecutor de la disciplina fiscal y monetaria, con roles de desarrollo y redistribución reducidos.

Este estrechamiento institucional se ve reforzado por la creciente dependencia de Argentina del apoyo financiero externo. Dado que los acreedores, en particular el FMI, el Banco Mundial y Estados Unidos, se han vuelto centrales para la política económica, la toma de decisiones internas se alinea ahora con las expectativas externas. La ortodoxia fiscal adquiere un significado tanto económico como político: una condición para la legitimidad ante los actores internacionales y una limitación para la deliberación democrática.


El doble rasero de Europa: entre principios y pragmatismo


A medida que las tensiones internas en Argentina se hicieron cada vez más visibles, el optimismo inicial de Europa dio paso a una postura más cautelosa, aunque sin un cambio real en la política. Lo que comenzó en 2024 como alivio por la "normalización" de Argentina se ha convertido en un silencio mesurado. Si bien las autoridades reconocen ahora la concentración de poder y la presión sobre la cohesión social, estas preocupaciones rara vez se expresan públicamente. La UE sigue priorizando la estabilidad macroeconómica, el diálogo comercial y la protección de las inversiones por encima de un compromiso más explícito con la democracia, los derechos humanos y el bienestar social.


Esta moderación refleja no solo pragmatismo diplomático, sino también una tensión más profunda en la acción exterior de la UE: la dificultad de alinear los compromisos normativos con los intereses estratégicos y económicos. Los mismos funcionarios que en su día elogiaron las reformas de Milei como prueba de «disciplina y credibilidad» ahora tienen dificultades para conciliar esa narrativa con el debilitamiento de los derechos laborales, el retroceso de los programas sociales y la reducción del espacio para la sociedad civil. Bruselas ha priorizado la cooperación discreta sobre la confrontación; sin embargo, esta discreción parece cada vez más una opción política más que una necesidad táctica.


Para 2025, las evaluaciones externas se habían intensificado. Informes de institutos de investigación europeos como SWP (Berlín) o IFRI (París) destacaron las implicaciones más amplias de la trayectoria argentina: la erosión de la capacidad estatal, la profundización de las desigualdades y el riesgo de retroceso democrático. Redes de la sociedad civil, incluida CAN Europa. y Human Rights Watch se han hecho eco de estas preocupaciones, argumentando que el apoyo incondicional a la agenda de liberalización de Milei socava los propios objetivos sociales y medioambientales de la UE. En el Parlamento Europeo, los grupos Verdes/ALE y S&D han renovado sus llamamientos a la Comisión para que vincule la cooperación con salvaguardias democráticas y sociales mensurables, advirtiendo que un enfoque puramente transaccional corre el riesgo de legitimar una gobernanza iliberal.


A nivel geopolítico, este pragmatismo selectivo tiene implicaciones más amplias. Al interactuar con la administración de Milei principalmente desde la perspectiva de la estabilización económica, la UE corre el riesgo de normalizar un modelo que subordina los derechos cívicos y el desarrollo inclusivo al orden fiscal.


El desafío de Europa, por lo tanto, no consiste en elegir entre el compromiso y la crítica, sino en aclarar el significado mismo de la asociación. Apoyar la recuperación de Argentina no implica necesariamente silenciar los derechos ni la gobernanza. Sin embargo, a menos que la UE articule este equilibrio de forma más coherente, seguirá atrapada entre el pragmatismo y la aspiración, aplaudiendo el progreso macroeconómico mientras ignora la fragilidad subyacente.


Conclusión: El espejo de Argentina sobre las contradicciones de Europa


A medida que Argentina se acerca a sus elecciones intermedias, el gobierno del presidente Milei se encuentra en un momento decisivo. Los dos primeros años de su mandato han traído visibles avances macroeconómicos, pero se asientan sobre una frágil base social e institucional. Para Europa, esta experiencia ofrece un reflejo más que un modelo. El caso argentino pone de relieve un dilema político más profundo en la acción exterior de la UE: cómo conciliar la implicación económica con los compromisos con la democracia, el desarrollo social y los derechos humanos. Si bien la Unión se presenta como promotora de alianzas basadas en valores, su discreta respuesta a los acontecimientos en Argentina expone la persistente brecha entre la ambición normativa y el pragmatismo económico.


La próxima Cumbre UE-CELAC en Santa Marta pondrá a prueba este equilibrio. Más allá del comercio y la inversión, la legitimidad de Europa como actor global dependerá de su capacidad para alinear sus intereses estratégicos con sus valores declarados. Un enfoque coherente, que reconozca la interdependencia entre la estabilidad, la inclusión y la fortaleza institucional, fortalecería tanto la resiliencia de Argentina como la credibilidad de la UE. La respuesta de Europa revelará la profundidad de sus propias convicciones. Que la Unión opte por la cautela o la coherencia determinará no solo el rumbo de sus relaciones con América Latina, sino también la legitimidad de su papel más amplio en la configuración de un orden internacional basado en valores.

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Thomas Aubineaues analista político especializado en las relaciones entre la UE y América Latina, con especialización en democracia, derechos humanos y cooperación internacional para el desarrollo. Ha colaborado con instituciones de la UE, organizaciones internacionales y redes transnacionales de la sociedad civil, liderando iniciativas sobre espacio cívico, participación juvenil y conducta empresarial responsable en el marco de la acción exterior de la UE. Thomas posee un Máster Erasmus Mundus en Estudios Latinoamericanos y del Caribe por las Universidades de Salamanca, Estocolmo y Sorbonne Nouvelle, y una Licenciatura en Estudios Europeos por la ESPOL (Universidad Católica de Lille). Su investigación explora el retroceso democrático, la gobernanza de la cooperación Norte-Sur y el papel de la sociedad civil en la formulación de políticas públicas.


Conéctese con Thomas en LinkedIn o envíe un correo electrónico a aubineauthomas74@gmail.com


Las opiniones expresadas en este blog son únicamente las del autor y no reflejan las opiniones de la Red EULAS.

 
 
 

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